En mi opinión, no soy rico como otros artistas. No puedo inspirarme únicamente en mí mismo. Tengo que obtenerla de fuera. Tengo que inspirarme en catedrales y casuchas, pero sobre todo en la gente.
No es posible hablar de la vasta obra de Jules De Bruycker (1870 - 1945) sin reconocer su ilimitado amor y fascinación por su ciudad natal, Gante, y sus pintorescos habitantes. Con su estilo único y su ojo perspicaz, logró someter a la ciudad, a sus ciudadanos y a sus robustos monumentos, con gran sensibilidad y poesía, a un agudo análisis y retratarlos para la eternidad.
Sin embargo, la obra de De Bruycker es mucho más que sus conocidas escenas folclóricas y sus divertidas caricaturas.
La Primera Guerra Mundial y su huida a Londres le obligan a buscar su inspiración en otra parte, lo que le lleva a realizar obras monumentales de dibujo y aguafuerte de un nivel nunca visto, en las que aborda la brutalidad de la guerra. Una vez de vuelta en Gante, el artista sigue desarrollándose con el lápiz y la aguja de aguafuerte en una búsqueda incesante de la línea ideal y depurada para representar su entorno con una visión visiblemente mitificada del mundo.
Con acuarelas de vivos colores, ambiciosos aguafuertes y dibujos finamente recortados, la exposición Jules De Bruycker introduce a los visitantes en la obra sorprendentemente versátil de este artista idiosincrásico. Celebrado por sus contemporáneos, su vida y su obra constituyen sin duda un capítulo inmerecidamente subexpuesto de la historia del arte belga.
